Acerca de Decentraland (MANA)

La plataforma de realidad virtual (RV) basada en Ethereum, Decentraland, es un reino tridimensional donde sus habitantes pueden comprar y vender, una cantidad concreta de TIERRA digital. La moneda de este reino, parte de lo que se llama el metaverso, es MANA.

Al igual que la reserva de LAND de Decentraland es limitada, MANA también lo es, un token ERC-20 que se utiliza en la plataforma para comprar las propiedades únicas, que vienen en forma de tokens no fungibles (NFT).

Según Gemini research, los propietarios de los terrenos eligen cómo desarrollar su propiedad digitalmente, ya sea algo interactivo o bien algo más estático/peatonal.

El Australian Open fue noticia en mediados de enero, al asociarse con Decentraland en una experiencia virtual para los aficionados. Barbados, por su parte, está planeando una embajada digital en Decentraland. El Ministerio de Asuntos Exteriores y Comercio Exterior de la isla caribeña firmó lo que podría ser el primer acuerdo diplomático realizado en el metaverso.

Los espacios virtuales se han hecho cada vez más comunes en los dos últimos años, con una tendencia acelerada por la pandemia y acentuada el pasado otoño con la noticia de que Facebook iba a cambiar su nombre por el de Meta. Si añadimos la creciente popularidad de los proyectos "play-to-earn", como Axie Infinity, y la explosión de los NFT, queda claro, al menos en parte, por qué MANA pasó la mayor parte de noviembre del 2021 subiendo a máximos históricos.

Decentraland, se considera a sí misma como algo más que una plataforma de juegos sociales en línea, como ha resaltado InvestorPlace, destacando la estructura organizativa autónoma descentralizada (DAO) de la plataforma para la toma de decisiones de gobernanza.

Además de los NFT de LAND, también se puede utilizar MANA para realizar compras de bienes y servicios digitales en el mundo.

Decentraland, una mezcla entre Minecraft y un centro de NFT, tiene su origen en un experimento realizado en 2015 para poner de relieve el potencial de un dominio digital gestionado desde abajo. "A diferencia de otros mundos virtuales y redes sociales, Decentraland no está controlado por una organización centralizada", decía el white paper del proyecto publicado por primera vez en marzo del 2017. "No hay un solo agente con el poder de modificar las reglas del software, los contenidos de los terrenos, la economía de la moneda o impedir que otros accedan al mundo".

La primera venta de MANA tuvo lugar en el verano del 2017. Su oferta inicial de monedas (ICO) generó USD$24 millones. Dos años después llegó el lanzamiento de la versión beta de un mundo virtual que traspasa los límites, pero que en su mayor parte está fuera de ellos. Las puertas se abrieron al público en febrero del 2020. Los proyectos de uso terrestre desde entonces han incluido juegos interactivos y creaciones de escenarios en 3D.

Decentraland fue desarrollada por una pareja de argentinos, Estaban Ordano y Ari Meilich, que fundaron una organización sin ánimo de lucro, The Decentraland Foundation, según la organización. Ordano, ingeniero de blockchain, había cofundado anteriormente Streamium, la primera aplicación que implementó la tecnología para escalar los pagos en blockchain. También fue ingeniero de software en BitPay, donde ayudó a crear la biblioteca Bitcore, considerada una pieza clave de la infraestructura de Bitcoin.

Meilich ha trabajado en el sector del capital riesgo y el análisis de datos.

Ambos se han retirado del proyecto, pero siguen participando como consultores.

Los mundos virtuales compartidos han sido objeto de libros y películas populares. En cuanto a las innovaciones reales, el sector se considera todavía una propuesta incipiente. Sin embargo, su nacimiento no ha impedido que el metaverso atraiga un aluvión de financiación de capitales de riesgo, según The Wall Street Journal.

MANA es atractiva para los especuladores, pero también para los usuarios que buscan tener una mano todopoderosa para dar forma al metaverso; la estructura DAO de Decentraland permite a los titulares de MANA votar sobre las políticas del juego y de la organización.